Del parachoques metálico al de plástico: en busca del equilibrio entre la estética y la seguridad

Cuando en 1885 Carl Benz patentó el Benz Patent-Motorwagen, el primer vehículo a motor de la historia, no pensó en ponerle parachoques. Ni el diseño del coche, que básicamente era un triciclo con ruedas grandes equipado con un motor de combustión interna, ni la perspectiva de que pudiera chocar con otros vehículos, hicieron prever al pionero alemán de la automoción la necesidad de incorporar una pieza que ha influido decisivamente en la evolución del diseño y la seguridad de los automóviles.